miércoles, 2 de mayo de 2018

Contrapublicidad: Blancanieves y "Monster"

La entrada de hoy se la dedico a la práctica de la contrapublicidad, al marketing de guerilla en redes sociales, con un montaje al más puro estilo de la popular web "Consume Hasta Morir".

¿Y si cambiamos la manzana envenenada por otra “delicia toxica” de efecto más lento, así como más dulce y “de moda”? Con esta escena de la cinta de animación Blancanieves invocamos a esos cimientos que, generalizadamente, forman parte de nuestra cultura audiovisual colectiva, de masas; de hecho, las películas de Disney son intemporales, consumidas a temprana edad y sus referentes fácilmente reconocibles por prácticamente cualquier persona de este mundo globalizado. Así pues, se prestan a este tipo de “inocentes artimañas” para dejar impronta al más puro estilo del marketing de guerrilla (no nos atreveríamos con otro, dado como se toma Walt Disney el asunto de los derechos de autor; cosa distinta son las redes sociales, donde podemos “encubrir” estrategias).

Ese es precisamente el motivo de que me haya decantado por esta vía y no otra; porque la escena sobre la que he articulado el mensaje, como uno de tantos iconos de la cultura popular, no solo posibilita el impacto antes mencionado; además, tiene todo lo necesario para ser potencialmente “viralizable” en redes sociales.



Mensaje

Siendo consciente de la popularidad y consumo de la bebida energética que nos ocupa, así como de los rangos de edad de la mayoría de sus consumidores (adolescentes y jóvenes adultos) y de un perfil predominante (la bebida está muy presente en eventos que fácilmente podrían ser asociados a la subcultura “geek”, y por extensión a la cultura pop), lo planteé de la siguiente manera:

Identificado el problema, que en este caso pasa por dar un toque de atención (aunque solo implique un momento de reflexión) sobre nuestro consumo, por norma general excesivo, de una bebida que no es precisamente sana...; reuní información (perfil del consumidor y apuntes iniciales), observé las soluciones existentes y busqué inspiración en base a la susodicha información, marcándome como requisito la “viralidad”. Teniendo las intenciones claras, y tras descartar varias ideas, busqué las dos imágenes que construyen el ejercicio de contrapublicidad que aquí comparto.








Reflexión

Si me preguntas por mi relación con la publicidad, lo primero que me viene a la mente es un anuncio japonés que vi cuando era adolescente; aquel vídeo me conquistó por no parecerse a nada de lo que había visto hasta la fecha, y como resultado me aficioné a ver publicidad japonesa (no necesitaba entender nada, lo que me atraía era su peculiar, atrevido, divertido y en ocasiones aparentemente absurdo lenguaje audiovisual). Ahora que lo pienso, aquello tuvo mucho que ver en la pasión que terminaría desarrollando por dicha cultura, ya que, como he expresado en alguna que otra ocasión, lo que más me atrae de ella es su cultura visual y “marketera”.

Además, a estos intereses se terminarían sumando, con lo años, la pasión por la susodicha mercadotecnia y los montajes audiovisuales. En realidad, es una trayectoria común, que se repite más de lo que mucha gente cree.

A dónde quiero llegar es a que el lenguaje publicitario, con sus características y peculiaridades, ya no está solo al alcance de unos pocos; se ha introducido tanto en nuestro día a día, en nuestra vida cotidiana, que, en algún momento, buena parte de sus entresijos quedó al descubierto (o al menos, al alcance de todos). Medios como internet han permitido la difusión de conocimientos al respecto de la publicidad, y han facilitado contagiar el interés por la misma; además de posibilitar su experimentación y nuevas formas. Las redes sociales han significado un antes y un después, pero esto no termina aquí; esperad a ver lo que nos depara el futuro de la publicidad, en el contexto del "internet de las cosas" y las nuevas tecnologías.

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